Respirar
en el desnudo tubo de vapores
para
que el aire convertido en gas
inflame
tus meninges
hace
escurrir atole de vainilla
por
tus orejas de abanico
no
impedirá que oigas el aletear vertiginoso
de
las alas sueltas de aquel colibrí invisible para todos
menos
para usted señor deltoides.
En
momentos permitidos
podrás
cambiar de tubo, usar el de fieltro y goma liquida
(ese
que hace ver cometas surcar por las colinas)
dará
un descanso a tus narinas, les permitirá oler
el
hedor despedido de mil culos no lavados
no
recomendable, por supuesto
así
que, conectarse de inmediato es lo deseable.
A
través de tus pupilas midriáticas
se
asomaran los bordes de los pelos
unidos
al pellejo de tu leal cerebro
como en una selva mirarás los dardos lanzados
desde
milimétricas cerbatanas, incrustarse
en
los labios negros
del
espantapájaros sin sombrero.
Deja
entonces el cráneo destapado
para
que el viento del sur se lleve
arena
y polvo acumulados.
Cuando
al fin no sea necesario usar los tubos
podrás,
podrás
respirar el oxígeno existente
ese
que ha recorrido sobacos calientes y peludos
de
miles de fanáticos
g
r
i
t
a
n
d
o